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viernes, 16 de junio de 2023


Fernando Salvador: un exiliado de excepción como funcionario del Estado y la arquitectura asistencial en Venezuela, 1936-1960



Fernando Salvador (1896-1972) fue el último representante diplomático de la Segunda República Española ante el gobierno de Venezuela; al término de la Guerra Civil como  otro exiliado más, fue contratado como arquitecto sanitarista por el Estado venezolano, primero en el Ministerio de Obras Públicas (1874) y luego, en el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (1936). En este artículo nos referiremos a la participación de Salvador como funcionario público en la proyección de edificaciones asistenciales, a los aportes sobre las pautas funcionales y los criterios de diseño para sanatorios antituberculosos como parte de las obras públicas construidas por el Estado. A partir de la revisión bibliográfica, hemerográfica y documental se reconstruye, organiza y analiza las características de algunos edificios y, cómo estos se convirtieron en modernas tipologías hospitalarias en las cuales se acondicionó el lenguaje arquitectónico nacional, con los elementos modernos del momento.


Podrás encontrar el artículo completo en el siguiente enlace:

https://revistas.ulima.edu.pe/index.php/Limaq/article/view/6005/6193


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Hotel Humboldt, un milagro en el Ávila


Hacer arquitectura es tener un acuerdo tácito con la historia. Es el resultado de una dura práctica en busca de lo esencial. La arquitectura es una cultura continua, cuyo conocimiento se ha ido transmitiendo en el curso de la historia, que, a su vez, la añeja y la enriquece, incorporándola. Es un acto profundamente culto, pues no se recrea lo que no se conoce. Por el contrario, es el conocimiento el que permite la escogencia y la selección. Y este es el gran momento de la creación.

Hacer arquitectura es recrear elementos que ya existen. No se inventan los patios, las atarjeas, los vanos ni las transparencias, el zaguán los patios ni las plazas. Es también la mirada que recorre con rigor y entusiasmo las pequeñas cosas de la vida, que sublima lo cotidiano, que resuelve bien, por ejemplo, una ventana porque a través de ella entra el paisaje, o que al diseñar un patio sabe que desde allí descubre el hombre las estrellas y le dan un límite al infinito.

(Rogelio Salmona. En: Ricardo L. Castro (1998). Rogelio Salmona. Bogotá, Villegas Editores, p. 49).

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