Dra. Arq. Ana Elisa Fato Osorio
En este artículo se trata de establecer
cuan “modernas” son las propuestas de diseño que arquitectos e ingenieros
venezolanos, como Manuel Mújica Millán y Gustavo Wallis. La ciudad de Caracas
mostró cambios significativos que incidieron en la transformación a una gran
ciudad. Estos arquitectos participaron en los cambios entre 1930 y 1940,
tomando en cuenta como eje principal en su actividad profesional el uso de la
técnica y una nueva actitud como profesionales “intelectuales” en el campo del
diseño y la construcción en esos años.
El objeto de estudio está formado, en
este caso, por la actividad profesional de dos personalidades representativas
para la historia de la arquitectura venezolana, de lo cual no se excluyen las
referencias de la personalidad de cada uno de ellos, en tanto su actuación se
corresponde con un determinado período histórico y se articula con los procesos
implicados con la ejecución de su obra.
Las fuentes utilizadas para este
artículo abarcan desde lo textos referidos a la historia de la arquitectura y
trabajos en donde acercan forma crítica y analítica al tema de estudio:
arquitectura moderna en Venezuela y al papel de los arquitectos e ingenieros en
su formación.
En las características arquitectónicas y
urbanas de Caracas a partir de la tercera década del siglo XX y en el proceso
de formación de la gran ciudad intervinieron varios factores que fundamentaron las
propuestas de la “arquitectura moderna” en Venezuela. La hemerografía
específica del campo de las investigaciones históricas y la propia del gremio
que reúne a los profesionales de ambas disciplinas -arquitectura e ingeniería- del
período histórico fue consultada en tanto autentican las relaciones del objeto
de estudio con las instituciones y los procesos propios de la transición de la
ciudad a gran ciudad.
En este caso, la fiabilidad de los
autores responde a la especialización, que el caso de los trabajos específicos
sobre la “primera modernidad en la arquitectura en Venezuela”, tienen a partir
de investigaciones y estudios sobre la historia de la arquitectura y el
urbanismo venezolanos.
El discurso final, está representado,
entre otras cosas, a partir de los cuestionamientos que sobre la arquitectura
venezolana del siglo XX han realizado algunos investigadores. Los
planteamientos críticos realizados por ellos se inclinan a considerar que las
propuestas de arquitectura y urbanismo en Venezuela de principio de siglo,
pueden ser ubicadas en el catálogo de obras de la “arquitectura moderna”[1],
sin embargo, tal posición es discutible, al tomar como ejemplo el tema de la
modernidad en la producción edilicia de los países europeos.
El período en estudio tiene referencias
específicas en la arquitectura europea de los mismos años, mientras en
Venezuela se debatía sobre la autenticidad de retomar o no referencias
estilísticas del pasado, en Europa se hacía sobre la experimentación de nuevos
sistemas constructivos, la formulación de standares funcionales, la
racionalización en los planteamientos de diseño y de construcción.[2]
La producción edilicia considerada como
“arquitectura moderna” en Venezuela, no es de similares características a la
arquitectura moderna europea, esta última se identifica con el denominado
Movimiento Moderno, cuya existencia ha sido defendida por algunos historiadores
como Nikolaus Pesvner, Leonardo Benévolo, Bruno Zevi, entre otros; la
arquitectura moderna es caracterizada por estos historiadores como el resultado
de innovaciones técnicas, de un racional uso de materiales y de una nueva
actitud asumida por los arquitectos fundadores mencionado Movimiento: William
Morris, Walter Gropius. En los estudios realizados se tomaron en cuenta los
aspectos formales y estilísticos de la arquitectura.
Identificar posiblemente la arquitectura
de algún período en la historia como “moderna” comprende una serie de temas que
se encuentran estrechamente vinculados con la coyuntura social, política, económica,
tecnológica y cultural del país, que permiten identificar los niveles de
modernidad alcanzados en la arquitectura basados en el aprovechamiento de los
recursos materiales y humanos de cada país.
La arquitectura moderna que expuso
Pesvner, en vez de estar relacionada con adelantos tecnológicos y cambios de
avanzada producidos por la Revolución Industrial, confirmó la teoría de la idea
de producción de arquitectura de forma artesanal, es decir, cada objeto
diseñado debía ser una pieza única, todo ello como una evasión ante la
incipiente metrópoli.
La producción de piezas singulares en la
arquitectura comenzó a perder vigencia desde que surgieron técnicas de
producción y se inició la racionalización y expansión del mercado constructivo,
es decir, el crecimiento de la población exigió soluciones rápidas de
viviendas, de edificaciones para la producción y comercialización de
mercancías. La gran ciudad se organizó y planificó sobre la base de las más
elementales formas arquitectónicas, dando muestra de incompatibilidad con la
producción de objetos únicos y acercándose a la elaboración de modelos arquitectónicos
y urbanos llevados a la realidad.
En el campo de la arquitectura y la
ingeniería, también puede percibirse en arquitectos e ingenieros venezolanos el
comportamiento evasivo –de la arquitectura moderna que
identificó Pevsner–,
en el momento de ofrecer soluciones ante la ya palpable condición metropolitana
de Caracas. En las actividades de ingenieros y arquitectos venezolanos se
pueden encontrar diferencias sobre el manejo de la técnica, de la tecnología y
las respuestas urbanas, por lo que se establece, en tanto “intelectuales” de la
arquitectura y la ingeniería dos niveles de soluciones arquitectónicas en la
ciudad de Caracas.
Si bien no sucede en Venezuela un
proceso de industrialización o de producción en serie como en los países
europeos, de acuerdo a nuestras posibilidades técnicas y materiales las
propuestas arquitectónicas muestran cierto grado de innovación en el manejo
tecnológico, en relación con lo construido durante el siglo XIX.
Las soluciones arquitectónicas pueden
explicarse estudiando en primer lugar, las dos alternativas estilísticas utilizadas
en la arquitectura del siglo XX, ambas demuestran los niveles alcanzados en el
uso de nuevas tecnologías, marcando las diferencias en la producción edilicia
de un arquitecto como Manuel Mujica Millán (1897-1963) y de un ingeniero como
Gustavo Wallis (1897-1979), quienes se desempeñaron en sus campos profesionales
en los mismos años, pero con distintos enfoques de diseño; en segundo lugar, si
el uso de técnicas y tecnologías por parte de los profesionales venezolano se
da como respuesta al proceso de racionalización de las metrópolis.
a)
Manuel Mujica
Millán y Gustavo Wallis: arquitecto e ingeniero venezolanos
Marcar las diferencias
entre las actividades de arquitectos e ingenieros en las primeras décadas del
siglo XX, supone establecer el rol asumido por cada uno en el proceso de diseño
y construcción de edificios. En las
primeras décadas del siglo las transformaciones políticas –del régimen
dictatorial de Juan Vicente Gómez al acercamiento democrático de Eleazar López
Contreras– incidieron directamente sobre la educación y el desempeño de las
profesiones del ingeniero y del arquitecto. Ambos comenzaron a ejercer funciones
específicas: el arquitecto se abocó a las actividades creativas de organizar
espacios, de relacionar formas, volúmenes, de establecer dimensiones,
combinadas con la de “constructor” y comercializador de novedosos materiales,
conociendo de los aspectos técnicos del proceso constructivo, el ingeniero
manifiesta un especial interés por la investigación y aplicación de nuevos
procesos tecnológicos en la construcción.
Más adelante, los roles de los ingenieros y arquitectos se deslindaron,
las actividades de cada uno tuvieron una función particular “la división social
del trabajo como fundamento de la igualdad, de una igualdad individualizada,
<<goethiana>>[3].
Esta
individualidad profesional, si bien no es una actitud generalizada, en los
casos del arquitecto Manuel Mujica Millán y el ingeniero Gustavo Wallis se
puede encontrar dos tendencias de la arquitectura que permiten identificar lo moderno
o no de la arquitectura de los años treinta venezolana que plantea una forma
particular en el manejo de la técnica.
En las particularidades de la
“arquitectura moderna” en Venezuela se encuentran la simultaneidad de dos
corrientes estilísticas de características de diseño y de construcción bien
diferenciadas. Una representada por el neo-colonial, que si bien esta
cargada de intenciones de cambio y renovación no escapa de planteamientos tradicionales;
la otra, con intenciones más audaces, el Art-Decó, estilo con el que se
intenta mostrar el uso de “modernas” tecnologías de concreto armado, de hierro
y vidrio en estructuras visibles y la organización de espacios con el manejo de
formas geométricas puras.
En esta dualidad encontramos como la
primera corriente no muestra ningún interés por los avances tecnológicos, el
uso de novedosos materiales y la segunda se postula sobre el uso de novedosas
tecnologías y nuevos materiales. En estas dos vertientes se enmarca la
“arquitectura moderna” en Venezuela de 1930, vale preguntarse si ambas
propuestas respondieron a las condiciones de las metrópolis de Caracas –tomando en cuenta que es
la ciudad más importante del país, junto con Maracay, Valencia, en las primeras
décadas del siglo XX– evidentemente en el dualismo que se presenta entre
aspectos técnicos y estéticos prevalecen los estéticos, quizás por la escasa
experiencia que sobre la tecnología dan muestra los ingenieros venezolanos al
no incursionar en nuevos avances.
La arquitectura y la ingeniería en Venezuela, en la
tercera década de siglo parecían estar dedicadas a la representación de las
condiciones políticas, económicas y sociales, como pudiera ser la naciente
burguesía –tanto de su forma de vida como en las actividades que realiza– como
el Estado con la construcción de edificios para sedes administrativas entre
otros.[4]
En esta idea de representación se
diferenciaron las profesiones, y se convirtió en un tema comentado
públicamente, un ejemplo de ello es el artículo del agrimesor Rafael Fortunato
Arráez, en el año 1924, de la Revista del
Colegio de Ingenieros, donde se da cuenta de la separación de ambas
profesiones:
Basta hojear las
Memorias del Ministerio de Obras Públicas y la de Fomento y en ellas
encontraremos estudios, planos, proyectos construcciones, de asuntos de esta
índole que el Gobierno Rehabilitador somete previamente a estos prácticos o
técnicos en ingeniería para resolver acertadamente el punto principal del
problema económico. Y al arquitecto es a quien se confía la construcción del
edificio, la calidad y especialidad del material empleado, los cimientos y
estabilidad de las paredes, los pilares de cemento armado, la comodidad,
seguridad y hermosura del conjunto, la esbeltez y altura de su alzada y la
acertada distribución y dirección de la obra que edifica...”[5]
En esta identificación de los roles de ambos
profesionales, se encuentran el arquitecto Mújica y el ingeniero Wallis; la
obra de cada uno de ellos permite identificar como el arquitecto se abocó a dar
respuesta a los aspectos estilísticos de la obra, mientras que el ingeniero se
aproximó más al desarrollo de la tecnología en la construcción.
Manuel
Mujica Millán (1897-1963), nació en Vitoria-Alava, educado en Barcelona,
realizó su carrera profesional en el Colegio Oficial de Cataluña y Baleares.
Desarrolla su actividad profesional en Venezuela a partir de 1927, año que
llega al país para realizar correcciones a las fundaciones del Hotel Majestic
de Caracas. Desde 1928, su actividad profesional estuvo dirigida a realizar proyectos
para la alta burguesía caraqueña, diseña y construye viviendas unifamiliares.
El desarrollo de la técnica no fue el
principal tema de sus proyectos, se propuso, en algunos para vivienda, retomar
elementos de la arquitectura colonial. Desde el punto de vista urbano la idea
de humanizar la ciudad, seguramente con la intención de evadir “la nueva
realidad urbana” de Caracas, fue su principal objetivo al proponer códigos de
la “ciudad jardín”: elementos de la naturaleza como tema principal del diseño,
grandes extensiones de jardines, separación entre las viviendas, islas
arboladas en las aceras y calles.
Manuel Mujica Millán (1897-1963)
Si bien Mujica, realizó heterogéneas
obras desde el punto de vista formal como funcional, la mayoría de ellas se
realizaron con la intención de alcanzar una identidad por medio de la
arquitectura, al reutilizar las tipologías coloniales. No se manifiesta en su
obra la idea de innovación o de demostrar avances en los procesos constructivos
o de diseño. Propuestas que podrían catalogarse de tradicionales tanto en su
planteamiento estilístico como en el proceso constructivo.
Al evaluar la obra arquitectónica de
Mújica encontramos una constante idea de evadir lo que ha sido denominado por
Simmel “la intensificación de la vida nerviosa”[6]
que trae la vida metropolitana, como arquitecto asume una actitud conservadora
en el proceso de diseño, la preferencia por la individualidad y el
distanciamiento entre los habitantes prevalece sobre las intensas actividades
de la metrópoli y la concentración de población. Es decir, mientras la
metrópoli exige la masificación de la construcción de viviendas, Mújica se dedica
a construir para un sector minoritario de la población edificaciones únicas,
ubicadas en grandes extensiones de terreno, alejadas de las intensas actividades
del centro de la ciudad y tomando en
cuenta únicamente las exigencias del usuario final.
En la segunda posición,
encontramos al ingeniero Gustavo Wallis (1897-1979), nacido en Caracas, realizó sus estudios de
bachillerato en el Colegio Alemán de Caracas y en el año 1922 se graduó de
ingeniero en la Universidad Central de Venezuela. Fue un ingeniero activo en
los organismos pertenecientes al Estado; desde muy temprano formo parte del
personal del Ministerio de Obras Públicas, donde pudo desarrollar importantes
programas de obras de servicios urbanos con los que impulsó el crecimiento de
Caracas hacia el norte de la ciudad y la construcción de edificaciones de uso
público.
La carrera profesional de Wallis como
ingeniero fue activa dentro del campo del diseño y la construcción, así como el
de la actualización de los principales avances tecnológicos. Los estudios
realizados en los Estados Unidos en 1923, además de permitirle intercambiar
conocimientos con arquitectos como Albert Kahn, le permitió obtener la
representación de la empresa Truscon Steel y Johns Manville. Al obtener la
representación de una importante empresa internacional de materiales de
construcción, Wallis abre el camino para la verdadera incorporación de modernas
tecnologías en las nuevas edificaciones.
La actividad de diseño y construcción
del ingeniero Wallis, posiblemente, fue más audaz en la incipiente metrópoli de
Caracas, tanto en el diseño como en el empleo de novedosos materiales y
técnicas constructivas. Como ingeniero logró acoplar las propias de esta
disciplina con la del arquitecto, ya que no solamente se ocupó del cálculo
estructural de los edificios sino también de los mínimos detalles de la obra
arquitectónica: como el diseño de rejas, ventanas y puertas; logro intervenir,
desde el punto de vista urbano, en parte del casco central de la ciudad de
Caracas, al permitir con sus diseños nuevas actividades al centro, no sólo destinadas
al sector comercial de la economía, sino también del tipo recreativo.
El significado de la obra de Wallis en
la ciudad de Caracas además de encontrarse en los adelantos constructivos se
encuentra, en la idea de plantear un cambio radical en la disposición de los
edificios, en la organización de los elementos decorativos y estructurales.
Finalmente, se constituyó en una arquitectura de transición entre las
propuestas del siglo XIX y la “arquitectura moderna” del siglo XX.
Wallis,
como ingeniero, se acercó a la incipiente metrópoli caraqueña sin llegar a enfrentarse
definitivamente a ella, el esfuerzo que como profesional “intelectual” realizó,
puede encontrarse en el intento de racionalizar el proceso constructivo, con lo
que se dio inicio al proceso de racionalización en la ciudad de Caracas.
b) Un aspecto de la racionalización de la metrópoli: nuevas técnicas y tecnologías en la arquitectura
Las condiciones impuestas por las nuevas
situaciones sociales, políticas, económicas y culturales que trae consigo la
metrópoli, incidió en el diseño arquitectónico. Las nuevas construcciones debieron
dar respuesta a un nuevo sistema de producción e intercambio comercial, a la
organización de la creciente población, al uso de nuevas tecnologías, a la
segregación social, al tráfico vehicular, todos ellos organizados en el espacio
urbano de modo que permitiera un racional funcionamiento de la ciudad.
Las propuestas de diseño del arquitecto
Manuel Mujica Millán y del ingeniero Gustavo Wallis parecen dar muestra de dos
vertientes en la idea de racionalidad del funcionamiento de la ciudad, donde lo que
predomina es la necesidad de “individualidad” entre ambas profesiones[7]. Se establecieron
dos líneas de diseño que si bien se incorporaron a la gran ciudad, entre ellas
existen significativas diferencias que identifican la “arquitectura moderna” de
1930 en Caracas.
Si bien se propuso desde la
reestructuración del espacio urbano además de la incorporación de modernas
tecnologías, en los diseños, Mújica, logró una discreta organización urbana de
algunos sectores de la metrópoli, sin embargo, los aspectos tecnológicos y
constructivos son ignorados en sus propuestas. Esta actitud posiblemente estuvo
determinada en primer lugar, por el comportamiento evasivo del sector social
para quien estaban dirigidos sus proyectos y en segundo lugar, por la idea de
rescatar una arquitectura propia retomando elementos del pasado[8].
La intensificación de la vida nerviosa,
el creciente uso de automóvil exigió el uso racional de la metrópoli, sin
embargo, en Caracas no se manifestó en la tercera década del siglo XX una
radical transformación de la ciudad, si bien hay un aumento considerable en la
construcción, tanto por la gestión pública como por la gestión privada, las
propuestas de los arquitectos e ingenieros estaban cargadas de ideas
tradicionales, ausentes de discusiones y polémicas en el proceso de modernización:
temas como los métodos de industrialización en la construcción, de vivienda
mínima, no son tomados en cuenta en las alternativas arquitectónicas; esta
actitud podría entenderse como “una actitud de distanciamiento frente a la
nueva realidad urbana en sus nuevos aspectos cualitativos y cuantitativos”[9].
Con esta
“actitud de distanciamiento” se enfrentó el arquitecto Millán a la metrópoli,
sus propuestas de diseño intentaron convertir a Caracas en una “ciudad jardín”,
con la construcción de urbanizaciones como la Florida, Campo Alegre, con
viviendas tipo quinta, de diseño tradicional con la intención de construir la
arquitectura del pasado en nuevos esquemas urbanos, donde se rompe con los
esquemas tradicionales de organización.
La ciudad comenzó
a transformarse, con la construcción de zonas residenciales, sin dejar la
visión provinciana del siglo XIX, sobre la base de amplias calles y avenidas
bordeadas de abundantes áreas verdes, segregación de áreas residenciales
alejadas completamente del antiguo centro, que se había convertido en el lugar
de las principales actividades comerciales de la cuidad, las nuevas propuestas
residenciales fueron diseñadas para crear una “apacible isla vegetal” en la incipiente
metrópoli caraqueña.
Quintas de la Urbanización Campo Alegre. Arq. Manuel Mujica Millán, Caracas, 1933. Fuente: Gasparini y Posani. Caracas a través de su arquitectura, p. 307, 315
Las respuestas de Gustavo Wallis como ingeniero se aproximaron más a los aspectos técnicos y constructivos de la producción edilicia, sin olvidar los aspectos estilísticos, finalmente, el planteamiento del ingeniero fue conjugar técnica y estilo en la obra arquitectónica.
El impacto de la obra arquitectónica de
Wallis sobre la ciudad, puede considerarse de importancia por el hecho de
proponer el uso racional de elementos constructivos y técnicos, así como una
nueva imagen en el casco histórico de la ciudad con la construcción de
edificios de carácter público y recreativo.
Nuevos usos se proponen en las
edificaciones construidas en el centro de Caracas, la construcción de edificios
destinados exclusivamente al uso de oficinas y comercio, por un lado exigió
novedosos diseños que representaron el uso al que será destinado y por otro
lado da paso a nuevas actividades en el centro, como respuesta a los cambios
que impone la metrópoli: intensa actividad comercial, desarrollo de las
actividades terciarias, imponiendo por un lado la consolidación del casco como
sector de las edificaciones de interés público y por el otro se inicia el
proceso de destrucción del mismo.
El desarrollo y consolidación de estas
nuevas actividades, incidió definitivamente en la creación de zonas
exclusivamente residenciales. Los principales componentes del proceso de
diseño, en los edificios del perímetro del centro de la ciudad se
caracterizaron por el uso de estructuras metálicas combinadas con hormigón
armado, y el estudio de los elementos técnicos de acondicionamiento acústico (como
en el Teatro Principal, 1928), sin aproximarse a las formas simplistas de la arquitectura
de la gran ciudad, manteniendo la concepción de la arquitectura tradicional
venezolana.
Al analizar los resultados que sobre la
ciudad ejercen los proyectos de ambos profesionales, Mújica y Wallis, podemos
detectar que ninguno llega a acercarse de manera definitiva a la metrópoli, sin
embargo, de acuerdo al proceso de formación de la metrópoli caraqueña, producen
una arquitectura particular sin que podamos llegar a considerarlos como
“arquitectos modernos”. El valor de su obra arquitectónica se encuentra en
haber dado en parte respuesta al crecimiento de la ciudad de Caracas,
recurriendo a un limitado catalogo de recursos técnicos que se ofrecía en el país.
No puede considerarse que las propuestas
de Mújica y Wallis alcanzaron los niveles de desarrollo logrados por las
vanguardias en las metrópolis europeas, sin embargo, una marcada diferencia
entre la arquitectura desarrollada por ingenieros y arquitectos definió la
arquitectura de principios de S. XX con elementos arquitectónicos propios que
permiten identificar la producción edilicia venezolana. Por un lado se retoman
elementos estilísticos del pasado y por el otro se intenta racionalizar el
proceso constructivo como muestra de las adecuaciones a los cambios de la ciudad.
Palacio de la Gobernación de Caracas. Ing. Gustavo Wallis, Caracas, 1933.
Fuente: GALERÍA DE ARTE NACIONAL. Wallis, Domínguez, Guinand. Arquitectos pioneros de una época, p. 95
Teatro Principal. Ing. Gustavo Wallis, Caracas, 1928-1931. Fuente: GALERÍA DE ARTE NACIONAL. Wallis, Domínguez, Guinand. Arquitectos pioneros de una época, p. 93
[1] La profesora Beatriz Meza, considera
que la producción edilicia de los años treinta es una manifestación de
arquitectura moderna “... la década de
los años treinta se caracterizó por una arquitectura en la cual se advertía la
presencia de distintos revivals dentro del amplio campo del eclecticismo como
la búsqueda de la identidad mediante la expresión del neocolonial, la innovación
del art decó y los primeros indicios de la arquitectura moderna”. Boletín
del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. FAU-UCV, Caracas,
1996. En: MEZA SUINAGA, Beatriz. “La Primera Modernidad en la Arquitectura
Venezolana”, pp. 58-67.
[2] Ver: Capítulo XVII, “Los Procesos de
la Arquitectura Europea en los años treinta”. En: BENÉVOLO, Leonardo. Historia
de la Arquitectura Moderna.
[3] Ibídem.,
p. 90.
[4] “Las referencias neoclásicas relacionadas históricamente con la
simbología de legitimidad y poder de las instituciones públicas, se emplean
abundantemente en la realización de las sedes de los gobiernos estatales y las
municipalidades en las diferentes regiones del país: en los edificios para las
gobernaciones ubicados en Cumaná-1930, San Cristóbal-1931, San Felipe-1936, se
muestra el empleo sobrio de los elementos neoclásicos como pórticos con órdenes
gigantes sobre escalinatas, frontones, cornisas y molduras...” Boletín
del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. FAU-UCV, Caracas,
1996. En: MEZA SUINAGA, Beatriz. “La Primera Modernidad en la Arquitectura
Venezolana”, pp. 58-67.
[5] ARRAEZ, Rafael Fortunato. “Documentos relativos a la función del profesional en ingeniería”. En: Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela. No. 21, Sep. 1924, pp. 146-148, Venezuela.
[6] SIMMEL, Georg. Las Grandes
Ciudades y la Vida Espiritual. Citado En: AA.VV. De la Vanguardia a la
Metrópoli. Crítica Radical a la Arquitectura, pp. 81-103
[7] “La división del trabajo pone en
movimiento la necesidad de una existencia personal cada vez más individualizada”
AA.VV. De la Vanguardia a la Metrópoli.
Crítica radical a la Arquitectura,
p. 89.
[8] “...la arquitectura venezolana de los años treinta (...) basada en una actitud historicista en la que
predomina la idea de la conformación de una imagen arquitectónica apoyada en
referencias del pasado más que en el propósito de modificación sustantiva de la
disciplina, el neohispano constituye una de las corrientes con mayor peso en la
época y una alternativa paralela al surgimiento y desarrollo de la modernidad” MEZA
SUINAGA, Beatriz. Los Inicios de la Arquitectura Moderna en Venezuela.
Trabajo de ascenso para optar al cargo de profesora asistente en la Universidad
Central de Venezuela, Caracas, 1996, p. 95.
[9] AA.VV. De la Vanguardia..., p. 37.