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martes, 16 de febrero de 2021

MUJICA Y WALLIS: DOS ACTITUDES FRENTE A LA METRÓPOLIS, CARACAS 1930-1940

 Dra. Arq. Ana Elisa Fato Osorio

En este artículo se trata de establecer cuan “modernas” son las propuestas de diseño que arquitectos e ingenieros venezolanos, como Manuel Mújica Millán y Gustavo Wallis. La ciudad de Caracas mostró cambios significativos que incidieron en la transformación a una gran ciudad. Estos arquitectos participaron en los cambios entre 1930 y 1940, tomando en cuenta como eje principal en su actividad profesional el uso de la técnica y una nueva actitud como profesionales “intelectuales” en el campo del diseño y la construcción en esos años.

El objeto de estudio está formado, en este caso, por la actividad profesional de dos personalidades representativas para la historia de la arquitectura venezolana, de lo cual no se excluyen las referencias de la personalidad de cada uno de ellos, en tanto su actuación se corresponde con un determinado período histórico y se articula con los procesos implicados con la ejecución de su obra.

Las fuentes utilizadas para este artículo abarcan desde lo textos referidos a la historia de la arquitectura y trabajos en donde acercan forma crítica y analítica al tema de estudio: arquitectura moderna en Venezuela y al papel de los arquitectos e ingenieros en su formación.

En las características arquitectónicas y urbanas de Caracas a partir de la tercera década del siglo XX y en el proceso de formación de la gran ciudad intervinieron varios factores que fundamentaron las propuestas de la “arquitectura moderna” en Venezuela. La hemerografía específica del campo de las investigaciones históricas y la propia del gremio que reúne a los profesionales de ambas disciplinas -arquitectura e ingeniería- del período histórico fue consultada en tanto autentican las relaciones del objeto de estudio con las instituciones y los procesos propios de la transición de la ciudad a gran ciudad.

En este caso, la fiabilidad de los autores responde a la especialización, que el caso de los trabajos específicos sobre la “primera modernidad en la arquitectura en Venezuela”, tienen a partir de investigaciones y estudios sobre la historia de la arquitectura y el urbanismo venezolanos.

El discurso final, está representado, entre otras cosas, a partir de los cuestionamientos que sobre la arquitectura venezolana del siglo XX han realizado algunos investigadores. Los planteamientos críticos realizados por ellos se inclinan a considerar que las propuestas de arquitectura y urbanismo en Venezuela de principio de siglo, pueden ser ubicadas en el catálogo de obras de la “arquitectura moderna”[1], sin embargo, tal posición es discutible, al tomar como ejemplo el tema de la modernidad en la producción edilicia de los países europeos.

El período en estudio tiene referencias específicas en la arquitectura europea de los mismos años, mientras en Venezuela se debatía sobre la autenticidad de retomar o no referencias estilísticas del pasado, en Europa se hacía sobre la experimentación de nuevos sistemas constructivos, la formulación de standares funcionales, la racionalización en los planteamientos de diseño y de construcción.[2]

La producción edilicia considerada como “arquitectura moderna” en Venezuela, no es de similares características a la arquitectura moderna europea, esta última se identifica con el denominado Movimiento Moderno, cuya existencia ha sido defendida por algunos historiadores como Nikolaus Pesvner, Leonardo Benévolo, Bruno Zevi, entre otros; la arquitectura moderna es caracterizada por estos historiadores como el resultado de innovaciones técnicas, de un racional uso de materiales y de una nueva actitud asumida por los arquitectos fundadores mencionado Movimiento: William Morris, Walter Gropius. En los estudios realizados se tomaron en cuenta los aspectos formales y estilísticos de la arquitectura.

Identificar posiblemente la arquitectura de algún período en la historia como “moderna” comprende una serie de temas que se encuentran estrechamente vinculados con la coyuntura social, política, económica, tecnológica y cultural del país, que permiten identificar los niveles de modernidad alcanzados en la arquitectura basados en el aprovechamiento de los recursos materiales y humanos de cada país.

La arquitectura moderna que expuso Pesvner, en vez de estar relacionada con adelantos tecnológicos y cambios de avanzada producidos por la Revolución Industrial, confirmó la teoría de la idea de producción de arquitectura de forma artesanal, es decir, cada objeto diseñado debía ser una pieza única, todo ello como una evasión ante la incipiente metrópoli.

La producción de piezas singulares en la arquitectura comenzó a perder vigencia desde que surgieron técnicas de producción y se inició la racionalización y expansión del mercado constructivo, es decir, el crecimiento de la población exigió soluciones rápidas de viviendas, de edificaciones para la producción y comercialización de mercancías. La gran ciudad se organizó y planificó sobre la base de las más elementales formas arquitectónicas, dando muestra de incompatibilidad con la producción de objetos únicos y acercándose a la elaboración de modelos arquitectónicos y urbanos llevados a la realidad.

En el campo de la arquitectura y la ingeniería, también puede percibirse en arquitectos e ingenieros venezolanos el comportamiento evasivo de la arquitectura moderna que identificó Pevsner, en el momento de ofrecer soluciones ante la ya palpable condición metropolitana de Caracas. En las actividades de ingenieros y arquitectos venezolanos se pueden encontrar diferencias sobre el manejo de la técnica, de la tecnología y las respuestas urbanas, por lo que se establece, en tanto “intelectuales” de la arquitectura y la ingeniería dos niveles de soluciones arquitectónicas en la ciudad de Caracas.

Si bien no sucede en Venezuela un proceso de industrialización o de producción en serie como en los países europeos, de acuerdo a nuestras posibilidades técnicas y materiales las propuestas arquitectónicas muestran cierto grado de innovación en el manejo tecnológico, en relación con lo construido durante el siglo XIX.

Las soluciones arquitectónicas pueden explicarse estudiando en primer lugar, las dos alternativas estilísticas utilizadas en la arquitectura del siglo XX, ambas demuestran los niveles alcanzados en el uso de nuevas tecnologías, marcando las diferencias en la producción edilicia de un arquitecto como Manuel Mujica Millán (1897-1963) y de un ingeniero como Gustavo Wallis (1897-1979), quienes se desempeñaron en sus campos profesionales en los mismos años, pero con distintos enfoques de diseño; en segundo lugar, si el uso de técnicas y tecnologías por parte de los profesionales venezolano se da como respuesta al proceso de racionalización de las metrópolis.

a)           Manuel Mujica Millán y Gustavo Wallis: arquitecto e ingeniero venezolanos

 

            Marcar las diferencias entre las actividades de arquitectos e ingenieros en las primeras décadas del siglo XX, supone establecer el rol asumido por cada uno en el proceso de diseño y construcción de edificios. En las primeras décadas del siglo las transformaciones políticas –del régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez al acercamiento democrático de Eleazar López Contreras– incidieron directamente sobre la educación y el desempeño de las profesiones del ingeniero y del arquitecto. Ambos comenzaron a ejercer funciones específicas: el arquitecto se abocó a las actividades creativas de organizar espacios, de relacionar formas, volúmenes, de establecer dimensiones, combinadas con la de “constructor” y comercializador de novedosos materiales, conociendo de los aspectos técnicos del proceso constructivo, el ingeniero manifiesta un especial interés por la investigación y aplicación de nuevos procesos tecnológicos en la construcción. 

            Más adelante, los roles de los ingenieros y arquitectos se deslindaron, las actividades de cada uno tuvieron una función particular “la división social del trabajo como fundamento de la igualdad, de una igualdad individualizada, <<goethiana>>[3]. Esta individualidad profesional, si bien no es una actitud generalizada, en los casos del arquitecto Manuel Mujica Millán y el ingeniero Gustavo Wallis se puede encontrar dos tendencias de la arquitectura que permiten identificar lo moderno o no de la arquitectura de los años treinta venezolana que plantea una forma particular en el manejo de la técnica.

En las particularidades de la “arquitectura moderna” en Venezuela se encuentran la simultaneidad de dos corrientes estilísticas de características de diseño y de construcción bien diferenciadas. Una representada por el neo-colonial, que si bien esta cargada de intenciones de cambio y renovación no escapa de planteamientos tradicionales; la otra, con intenciones más audaces, el Art-Decó, estilo con el que se intenta mostrar el uso de “modernas” tecnologías de concreto armado, de hierro y vidrio en estructuras visibles y la organización de espacios con el manejo de formas geométricas puras.

En esta dualidad encontramos como la primera corriente no muestra ningún interés por los avances tecnológicos, el uso de novedosos materiales y la segunda se postula sobre el uso de novedosas tecnologías y nuevos materiales. En estas dos vertientes se enmarca la “arquitectura moderna” en Venezuela de 1930, vale preguntarse si ambas propuestas respondieron a las condiciones de las metrópolis de Caracas –tomando en cuenta que es la ciudad más importante del país, junto con Maracay, Valencia, en las primeras décadas del siglo XX– evidentemente en el dualismo que se presenta entre aspectos técnicos y estéticos prevalecen los estéticos, quizás por la escasa experiencia que sobre la tecnología dan muestra los ingenieros venezolanos al no incursionar en nuevos avances. 

La arquitectura y la ingeniería en Venezuela, en la tercera década de siglo parecían estar dedicadas a la representación de las condiciones políticas, económicas y sociales, como pudiera ser la naciente burguesía –tanto de su forma de vida como en las actividades que realiza– como el Estado con la construcción de edificios para sedes administrativas entre otros.[4]

En esta idea de representación se diferenciaron las profesiones, y se convirtió en un tema comentado públicamente, un ejemplo de ello es el artículo del agrimesor Rafael Fortunato Arráez, en el año 1924, de la Revista del Colegio de Ingenieros, donde se da cuenta de la separación de ambas profesiones:

Basta hojear las Memorias del Ministerio de Obras Públicas y la de Fomento y en ellas encontraremos estudios, planos, proyectos construcciones, de asuntos de esta índole que el Gobierno Rehabilitador somete previamente a estos prácticos o técnicos en ingeniería para resolver acertadamente el punto principal del problema económico. Y al arquitecto es a quien se confía la construcción del edificio, la calidad y especialidad del material empleado, los cimientos y estabilidad de las paredes, los pilares de cemento armado, la comodidad, seguridad y hermosura del conjunto, la esbeltez y altura de su alzada y la acertada distribución y dirección de la obra que edifica...”[5]

 

En esta identificación de los roles de ambos profesionales, se encuentran el arquitecto Mújica y el ingeniero Wallis; la obra de cada uno de ellos permite identificar como el arquitecto se abocó a dar respuesta a los aspectos estilísticos de la obra, mientras que el ingeniero se aproximó más al desarrollo de la tecnología en la construcción.

            Manuel Mujica Millán (1897-1963), nació en Vitoria-Alava, educado en Barcelona, realizó su carrera profesional en el Colegio Oficial de Cataluña y Baleares. Desarrolla su actividad profesional en Venezuela a partir de 1927, año que llega al país para realizar correcciones a las fundaciones del Hotel Majestic de Caracas. Desde 1928, su actividad profesional estuvo dirigida a realizar proyectos para la alta burguesía caraqueña, diseña y construye viviendas unifamiliares.

El desarrollo de la técnica no fue el principal tema de sus proyectos, se propuso, en algunos para vivienda, retomar elementos de la arquitectura colonial. Desde el punto de vista urbano la idea de humanizar la ciudad, seguramente con la intención de evadir “la nueva realidad urbana” de Caracas, fue su principal objetivo al proponer códigos de la “ciudad jardín”: elementos de la naturaleza como tema principal del diseño, grandes extensiones de jardines, separación entre las viviendas, islas arboladas en las aceras y calles.


 


 

 

 

 

 

 

                                                                


Manuel Mujica Millán (1897-1963)

Si bien Mujica, realizó heterogéneas obras desde el punto de vista formal como funcional, la mayoría de ellas se realizaron con la intención de alcanzar una identidad por medio de la arquitectura, al reutilizar las tipologías coloniales. No se manifiesta en su obra la idea de innovación o de demostrar avances en los procesos constructivos o de diseño. Propuestas que podrían catalogarse de tradicionales tanto en su planteamiento estilístico como en el proceso constructivo.

Al evaluar la obra arquitectónica de Mújica encontramos una constante idea de evadir lo que ha sido denominado por Simmel “la intensificación de la vida nerviosa”[6] que trae la vida metropolitana, como arquitecto asume una actitud conservadora en el proceso de diseño, la preferencia por la individualidad y el distanciamiento entre los habitantes prevalece sobre las intensas actividades de la metrópoli y la concentración de población. Es decir, mientras la metrópoli exige la masificación de la construcción de viviendas, Mújica se dedica a construir para un sector minoritario de la población edificaciones únicas, ubicadas en grandes extensiones de terreno, alejadas de las intensas actividades del centro de la ciudad  y tomando en cuenta únicamente las exigencias del usuario final.


En la segunda posición, encontramos al ingeniero Gustavo Wallis (1897-1979), nacido en Caracas, realizó sus estudios de bachillerato en el Colegio Alemán de Caracas y en el año 1922 se graduó de ingeniero en la Universidad Central de Venezuela. Fue un ingeniero activo en los organismos pertenecientes al Estado; desde muy temprano formo parte del personal del Ministerio de Obras Públicas, donde pudo desarrollar importantes programas de obras de servicios urbanos con los que impulsó el crecimiento de Caracas hacia el norte de la ciudad y la construcción de edificaciones de uso público.

 

Gustavo Wallis (1897-1979) 

La carrera profesional de Wallis como ingeniero fue activa dentro del campo del diseño y la construcción, así como el de la actualización de los principales avances tecnológicos. Los estudios realizados en los Estados Unidos en 1923, además de permitirle intercambiar conocimientos con arquitectos como Albert Kahn, le permitió obtener la representación de la empresa Truscon Steel y Johns Manville. Al obtener la representación de una importante empresa internacional de materiales de construcción, Wallis abre el camino para la verdadera incorporación de modernas tecnologías en las nuevas edificaciones.

La actividad de diseño y construcción del ingeniero Wallis, posiblemente, fue más audaz en la incipiente metrópoli de Caracas, tanto en el diseño como en el empleo de novedosos materiales y técnicas constructivas. Como ingeniero logró acoplar las propias de esta disciplina con la del arquitecto, ya que no solamente se ocupó del cálculo estructural de los edificios sino también de los mínimos detalles de la obra arquitectónica: como el diseño de rejas, ventanas y puertas; logro intervenir, desde el punto de vista urbano, en parte del casco central de la ciudad de Caracas, al permitir con sus diseños nuevas actividades al centro, no sólo destinadas al sector comercial de la economía, sino también del tipo recreativo.

El significado de la obra de Wallis en la ciudad de Caracas además de encontrarse en los adelantos constructivos se encuentra, en la idea de plantear un cambio radical en la disposición de los edificios, en la organización de los elementos decorativos y estructurales. Finalmente, se constituyó en una arquitectura de transición entre las propuestas del siglo XIX y la “arquitectura moderna” del siglo XX.

            Wallis, como ingeniero, se acercó a la incipiente metrópoli caraqueña sin llegar a enfrentarse definitivamente a ella, el esfuerzo que como profesional “intelectual” realizó, puede encontrarse en el intento de racionalizar el proceso constructivo, con lo que se dio inicio al proceso de racionalización en la ciudad de Caracas.

b)           Un aspecto de la racionalización de la metrópoli: nuevas técnicas y tecnologías en la arquitectura

Las condiciones impuestas por las nuevas situaciones sociales, políticas, económicas y culturales que trae consigo la metrópoli, incidió en el diseño arquitectónico. Las nuevas construcciones debieron dar respuesta a un nuevo sistema de producción e intercambio comercial, a la organización de la creciente población, al uso de nuevas tecnologías, a la segregación social, al tráfico vehicular, todos ellos organizados en el espacio urbano de modo que permitiera un racional funcionamiento de la ciudad.

Las propuestas de diseño del arquitecto Manuel Mujica Millán y del ingeniero Gustavo Wallis parecen dar muestra de dos vertientes en la idea de racionalidad del funcionamiento de la ciudad, donde lo que predomina es la necesidad de “individualidad” entre ambas profesiones[7]. Se establecieron dos líneas de diseño que si bien se incorporaron a la gran ciudad, entre ellas existen significativas diferencias que identifican la “arquitectura moderna” de 1930 en Caracas.

Si bien se propuso desde la reestructuración del espacio urbano además de la incorporación de modernas tecnologías, en los diseños, Mújica, logró una discreta organización urbana de algunos sectores de la metrópoli, sin embargo, los aspectos tecnológicos y constructivos son ignorados en sus propuestas. Esta actitud posiblemente estuvo determinada en primer lugar, por el comportamiento evasivo del sector social para quien estaban dirigidos sus proyectos y en segundo lugar, por la idea de rescatar una arquitectura propia retomando elementos del pasado[8].

La intensificación de la vida nerviosa, el creciente uso de automóvil exigió el uso racional de la metrópoli, sin embargo, en Caracas no se manifestó en la tercera década del siglo XX una radical transformación de la ciudad, si bien hay un aumento considerable en la construcción, tanto por la gestión pública como por la gestión privada, las propuestas de los arquitectos e ingenieros estaban cargadas de ideas tradicionales, ausentes de discusiones y polémicas en el proceso de modernización: temas como los métodos de industrialización en la construcción, de vivienda mínima, no son tomados en cuenta en las alternativas arquitectónicas; esta actitud podría entenderse como “una actitud de distanciamiento frente a la nueva realidad urbana en sus nuevos aspectos cualitativos y cuantitativos”[9].

Con esta “actitud de distanciamiento” se enfrentó el arquitecto Millán a la metrópoli, sus propuestas de diseño intentaron convertir a Caracas en una “ciudad jardín”, con la construcción de urbanizaciones como la Florida, Campo Alegre, con viviendas tipo quinta, de diseño tradicional con la intención de construir la arquitectura del pasado en nuevos esquemas urbanos, donde se rompe con los esquemas tradicionales de organización.

La ciudad comenzó a transformarse, con la construcción de zonas residenciales, sin dejar la visión provinciana del siglo XIX, sobre la base de amplias calles y avenidas bordeadas de abundantes áreas verdes, segregación de áreas residenciales alejadas completamente del antiguo centro, que se había convertido en el lugar de las principales actividades comerciales de la cuidad, las nuevas propuestas residenciales fueron diseñadas para crear una “apacible isla vegetal” en la incipiente metrópoli caraqueña.


 

 

 



Quintas de la Urbanización Campo Alegre. Arq. Manuel Mujica Millán, Caracas, 1933. Fuente: Gasparini y Posani. Caracas a través de su arquitectura, p. 307, 315


 

            Las respuestas de Gustavo Wallis como ingeniero se aproximaron más a los aspectos técnicos y constructivos de la producción edilicia, sin olvidar los aspectos estilísticos, finalmente, el planteamiento del ingeniero fue conjugar técnica y estilo en la obra arquitectónica.

El impacto de la obra arquitectónica de Wallis sobre la ciudad, puede considerarse de importancia por el hecho de proponer el uso racional de elementos constructivos y técnicos, así como una nueva imagen en el casco histórico de la ciudad con la construcción de edificios de carácter público y recreativo.

Nuevos usos se proponen en las edificaciones construidas en el centro de Caracas, la construcción de edificios destinados exclusivamente al uso de oficinas y comercio, por un lado exigió novedosos diseños que representaron el uso al que será destinado y por otro lado da paso a nuevas actividades en el centro, como respuesta a los cambios que impone la metrópoli: intensa actividad comercial, desarrollo de las actividades terciarias, imponiendo por un lado la consolidación del casco como sector de las edificaciones de interés público y por el otro se inicia el proceso de destrucción del mismo.

El desarrollo y consolidación de estas nuevas actividades, incidió definitivamente en la creación de zonas exclusivamente residenciales. Los principales componentes del proceso de diseño, en los edificios del perímetro del centro de la ciudad se caracterizaron por el uso de estructuras metálicas combinadas con hormigón armado, y el estudio de los elementos técnicos de acondicionamiento acústico (como en el Teatro Principal, 1928), sin aproximarse a las formas simplistas de la arquitectura de la gran ciudad, manteniendo la concepción de la arquitectura tradicional venezolana.

Al analizar los resultados que sobre la ciudad ejercen los proyectos de ambos profesionales, Mújica y Wallis, podemos detectar que ninguno llega a acercarse de manera definitiva a la metrópoli, sin embargo, de acuerdo al proceso de formación de la metrópoli caraqueña, producen una arquitectura particular sin que podamos llegar a considerarlos como “arquitectos modernos”. El valor de su obra arquitectónica se encuentra en haber dado en parte respuesta al crecimiento de la ciudad de Caracas, recurriendo a un limitado catalogo de recursos técnicos que se ofrecía en el país.

No puede considerarse que las propuestas de Mújica y Wallis alcanzaron los niveles de desarrollo logrados por las vanguardias en las metrópolis europeas, sin embargo, una marcada diferencia entre la arquitectura desarrollada por ingenieros y arquitectos definió la arquitectura de principios de S. XX con elementos arquitectónicos propios que permiten identificar la producción edilicia venezolana. Por un lado se retoman elementos estilísticos del pasado y por el otro se intenta racionalizar el proceso constructivo como muestra de las adecuaciones a los cambios de la ciudad.


  

Palacio de la Gobernación de Caracas. Ing. Gustavo Wallis, Caracas, 1933.

Fuente: GALERÍA DE ARTE NACIONAL. Wallis, Domínguez, Guinand. Arquitectos pioneros de una época, p. 95

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Teatro Principal. Ing. Gustavo Wallis, Caracas, 1928-1931. Fuente: GALERÍA DE ARTE NACIONAL. Wallis, Domínguez, Guinand. Arquitectos pioneros de una época, p. 93 




[1] La profesora Beatriz Meza, considera que la producción edilicia de los años treinta es una manifestación de arquitectura moderna “... la década de los años treinta se caracterizó por una arquitectura en la cual se advertía la presencia de distintos revivals dentro del amplio campo del eclecticismo como la búsqueda de la identidad mediante la expresión del neocolonial, la innovación del art decó y los primeros indicios de la arquitectura moderna”. Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. FAU-UCV, Caracas, 1996. En: MEZA SUINAGA, Beatriz. “La Primera Modernidad en la Arquitectura Venezolana”, pp. 58-67.

[2] Ver: Capítulo XVII, “Los Procesos de la Arquitectura Europea en los años treinta”. En: BENÉVOLO, Leonardo. Historia de la Arquitectura Moderna.

[3] Ibídem., p. 90.

[4] “Las referencias neoclásicas relacionadas históricamente con la simbología de legitimidad y poder de las instituciones públicas, se emplean abundantemente en la realización de las sedes de los gobiernos estatales y las municipalidades en las diferentes regiones del país: en los edificios para las gobernaciones ubicados en Cumaná-1930, San Cristóbal-1931, San Felipe-1936, se muestra el empleo sobrio de los elementos neoclásicos como pórticos con órdenes gigantes sobre escalinatas, frontones, cornisas y molduras...” Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y Estéticas. FAU-UCV, Caracas, 1996. En: MEZA SUINAGA, Beatriz. “La Primera Modernidad en la Arquitectura Venezolana”, pp. 58-67.

[5]  ARRAEZ, Rafael Fortunato. “Documentos relativos a la función del profesional en ingeniería”. En: Revista del Colegio de Ingenieros de Venezuela. No. 21, Sep. 1924, pp. 146-148, Venezuela.

[6] SIMMEL, Georg. Las Grandes Ciudades y la Vida Espiritual. Citado En: AA.VV. De la Vanguardia a la Metrópoli. Crítica Radical a la Arquitectura, pp. 81-103

[7] “La división del trabajo pone en movimiento la necesidad de una existencia personal cada vez más individualizada” AA.VV. De la Vanguardia a la Metrópoli. Crítica radical a la Arquitectura, p. 89.

[8] “...la arquitectura venezolana de los años treinta (...) basada en una actitud historicista en la que predomina la idea de la conformación de una imagen arquitectónica apoyada en referencias del pasado más que en el propósito de modificación sustantiva de la disciplina, el neohispano constituye una de las corrientes con mayor peso en la época y una alternativa paralela al surgimiento y desarrollo de la modernidad” MEZA SUINAGA, Beatriz. Los Inicios de la Arquitectura Moderna en Venezuela. Trabajo de ascenso para optar al cargo de profesora asistente en la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1996, p. 95.

[9] AA.VV. De la Vanguardia..., p. 37.

Hotel Humboldt, un milagro en el Ávila


Hacer arquitectura es tener un acuerdo tácito con la historia. Es el resultado de una dura práctica en busca de lo esencial. La arquitectura es una cultura continua, cuyo conocimiento se ha ido transmitiendo en el curso de la historia, que, a su vez, la añeja y la enriquece, incorporándola. Es un acto profundamente culto, pues no se recrea lo que no se conoce. Por el contrario, es el conocimiento el que permite la escogencia y la selección. Y este es el gran momento de la creación.

Hacer arquitectura es recrear elementos que ya existen. No se inventan los patios, las atarjeas, los vanos ni las transparencias, el zaguán los patios ni las plazas. Es también la mirada que recorre con rigor y entusiasmo las pequeñas cosas de la vida, que sublima lo cotidiano, que resuelve bien, por ejemplo, una ventana porque a través de ella entra el paisaje, o que al diseñar un patio sabe que desde allí descubre el hombre las estrellas y le dan un límite al infinito.

(Rogelio Salmona. En: Ricardo L. Castro (1998). Rogelio Salmona. Bogotá, Villegas Editores, p. 49).

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