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martes, 16 de febrero de 2021

Estudios históricos sobre ARQUITECTURA Y URBANISMO de San Cristóbal

Los estudios históricos que integran esta publicación se agruparon para destacar los dos modos fundamentales de asimilación de la modernización de San Cristóbal, la capital del estado Táchira, en Venezuela, en su estructura urbana y en su arquitectura. Los primeros se aproximan históricamente al tema de la confrontación entre las preexistencias y lo nuevo, entre el condicionamiento de una retícula de manzanas de herencia decimonónica (en algunas partes colonial) y lo que significa moderno en arquitectura.

Ruptura y continuidad son los personajes del debate al que se asiste en San Cristóbal a lo largo de la primera mitad del siglo XX, una ciudad que va haciéndose más y más un espacio de muchedumbres que van subvirtiendo un orden urbano en el que se reconocen como herederos de una tradición, pero en el que no encuentran algo que corresponda con los procesos socioeconómicos en los que se ven envueltas. A esta disyuntiva responden los intelectuales de la modernización incorporados en el aparato de Estado, aparato que institucionaliza la nueva forma de vida fundamental urbana y masiva. Desde el Ministerio de Obras Públicas hasta el Banco Obrero, desde los académicos hasta los políticos, se denuncia la inadecuación de lo preexistente, al tiempo que hay un esfuerzo en ignorarlo, corregirlo o eliminarlo. Así, se redefinió toda la gama de edificaciones públicas para el servicio urbano y rural venezolano y tachirense, desde el mercado hasta el cementerio, pasando por el matadero, la plaza, la casa municipal, obras para la salud y la seguridad, hoteles, fábricas, edificaciones escolares, entre otras, aunque siempre excluyendo el tema de la vivienda popular de la categoría de obra pública. Ese rol fue cumplido, primero, bajo la ideología del progreso durante el régimen gomecista y los de sus sucesores inmediatos, y posteriormente a 1945, bajo la consigna de la planificación racional del desarrollo y de la ciudad. La redefinición y construcción de aquella gama se practica siempre a partir de la reafirmación monumental del objeto arquitectónico, aunque paradójicamente responda a un mundo moderno que la hace efímera.

Solamente pocos individuos, unos nostálgicamente, otros realistamente, se ocuparon de registrar en crónicas e investigaciones sobre tal proceso de adecuación de las viejas estructuras o, principalmente, de sustitución de las mismas por otras novedosas y funcionales, siempre enfatizando en el legado perdido. El análisis de este proceso de escritura y registro es lo que se llama historiografía, de lo cual hay un artículo en este libro, mientras que las historias que lo acompañan construyen narraciones sobre los hechos e ideas pasadas fundamentales, y utilizan en parte el trabajo de esos cronistas como fuentes de sus escritos.

Los estudios de la segunda parte, si bien continúan examinando el proceso de redefinición de las obras públicas y de la vivienda, ofrecen por su parte un acercamiento a un conjunto de experiencias arquitectónicas que se planteó liberado de preexistencias urbanas, solo configurando el espacio natural ilimitado, asumiéndose como hecho constituyente de la “nueva” capital del Táchira, la ciudad descentrada, esto es, un conjunto distanciado del centro. No por casualidad, el conjunto que se examina en esta segunda parte del libro lo constituyen específicamente experiencias de vivienda y de sanidad, como se verá los campos en las que se construye una utopía antiurbana, tal como la imaginaron los grandes forjadores de la arquitectura moderna en la Europa de los años de 1920, y la han analizado pensadores como Michel Foucault acuñando el término de heterotopía. En realidad, se trata de estudios que se abocan a examinar selectivamente los inicios de un proceso que ciertamente llega hasta nuestros días, un proceso expansivo de la urbe tachirense que actualmente se presenta como conurbación, como formación de un continuo urbano sobre el territorio de la región, como superación misma de la metrópoli que nacía en la época que se examina en este libro.

No es difícil darse cuenta, con todo, que los estudios presentados aquí se agrupan recurriendo a una periodización del proceso de modernización arquitectónica de San Cristóbal, la primera parte el lapso entre 1908 y 1958 o etapa de implantación de operaciones moderna dentro de la estructura tradicional, la segunda el lapso entre 1958 y 1978 o etapa de descentramiento y liberación de las obras modernas. Por lo demás, se trata de una agrupación pedagógica.

Ya que se menciona lo pedagógico del trabajo, hay que advertir lo enraizado del mismo en la actividad educativa universitaria. Por un lado, varios de los autores de los artículos son profesores e investigadores con estudios de cuarto nivel y han construido una palpable trayectoria en esas actividades. Desde 1983 puede seguirse esa trayectoria y puede atribuírsele los calificativos de constante y fructífera. Su desarrollo se ha logrado a través de las sucesivas incorporaciones o vinculaciones de dichos profesores al Programa de Investigación en Historia de la Arquitectura y el Urbanismo Venezolano y Tachirense, inscrito en el Decanato de Investigación de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, Programa desde el que se origina precisamente el proyecto que respalda las investigaciones que reúne este libro. Es un Programa con una destacada proyección dentro del Núcleo de Historia de la Arquitectura de la Carrera de Arquitectura de la mencionada Universidad.

Esa proyección docente permitió generar un notable interés en los arquitectos que desarrollaron varios de los estudios incluidos, arquitectos que alcanzaron su título justamente con trabajos de grado que incluían un análisis histórico de la arquitectura tachirense, y que sintetizados tomaron la forma de artículo para este libro. Lógicamente, en todo esto es previsible el origen de la heterogeneidad de formas de aproximación histórica de las historias mencionadas.

En la primera parte se incluyen cinco artículos que examinan obras modernas dentro de la retícula tradicional de San Cristóbal. El primero de ellos es desarrollado por el Dr. Arq. Alfonso Arellano, “El Ministerio de Obras Públicas (MOP) y las plazas del centro tradicional de San Cristóbal (1911-1961)”. En este trabajo se intenta arrojar luces sobre lo que se ha querido hacer históricamente de las plazas erigidas en el centro tradicional de San Cristóbal (actuales plaza Bolívar, Juan Maldonado y Sucre) y sobre lo que se ha intentado hacer de ellas como símbolo y utilidad respecto de la ciudad. La heterogeneidad resultante revela la diversidad de formas de actuación del Ministerio de Obras Públicas a través del tiempo. Sobre todo la investigación llevó a conocer cómo se ha intentado constituir y reconocer la plaza a partir de determinadas exigencias, varias de ellas ligadas a las contradictorias voluntades institucionales (los distintos gobiernos nacionales, la diócesis, los gobiernos regionales e inclusive locales, algunos ministerios gubernamentales especialmente representativos de cada época, los sectores culturales y económicos organizados en relación con el ejercicio del poder, etc.) que tienen sede en las edificaciones que rodean y delimitan las plazas. Así, de extensión indefinida, significativamente amplia, hasta mediados del siglo XIX, la plaza se reconvierte cada vez más en ámbito definido como pieza objetiva y con significado.

El artículo del arquitecto Reinaldo Mendoza, “Edificios para la educación oficial en San Cristóbal 1935-1958”, constituye un estudio histórico de un grupo de edificios educativos que construye el Estado en la ciudad de San Cristóbal en un período de importantes cambios político-sociales en Venezuela. Se trata de establecer, con argumentos históricos, las relaciones que tienen dichas obras en contextos más complejos y generales, tales como la modernización de la arquitectura y la modernización de la educación oficial en Venezuela. El estudio toma como eje central la descripción arquitectónica y constructiva de los edificios de forma cronológica, haciendo referencia inmediata a la política educativa oficial, a reflexiones de personalidades notables en materia educativa y a la historia regional. En la medida que se estudian los edificios se va construyendo la historia de su arquitectura, de modo que se va apreciando un aspecto de la historia de la arquitectura venezolana con matices locales.

El tercer artículo es de la arquitecta Emily Parada, “Las Carreras 5 y 7: Intervenciones Viales en el Casco Central de la Ciudad de San Cristóbal, 1966-1970.” Este estudio contiene una reconstrucción general de las antiguas Carreras 5 y 7, las cuales resaltan en el casco tradicional de San Cristóbal, ya que son las únicas que han sufrido una modificación drástica en sus aspectos urbanos, arquitectónicos, de usos, del valor comercial del suelo, entre otros. La primera parte del estudio describe las Carreras 5 y 7 antes de los grandes trabajos de aperturas viales durante los años 60 y 70, sus más relevantes características urbanas y arquitectónicas, al igual que las consideraciones, motivos, problemas y situaciones que llevaron a su transformación. La segunda parte contiene una descripción amplia del proceso la planificación, ejecución y construcción de las Avenidas Francisco García de Hevia (1966-1967) e Isaías Medina Angarita (1969-1970), como ensanche de las carreras 5 y 7.

La arquitecta Lesdy Casanova escribió “Valoraciones arquitectónicas del Cementerio Municipal de San Cristóbal 1855-1998.” El trabajo se centró en la identificación y descripción de todos los elementos que conforman el Cementerio Municipal de San Cristóbal, con el fin de realizar las valoraciones arquitectónicas y artísticas que permitan declararlo patrimonio cultural de la ciudad y de preservar dichas estructuras. A su vez, la investigación permitió acercarse a la actitud que la sociedad sancristobalense tomó ante la muerte y especialmente hacia la manera de preservar el recuerdo de sus seres queridos desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX.

El artículo del Dr. Ildefonso Méndez Salcedo, “Arquitectura y urbanismo de San Cristóbal. De las crónicas a los trabajos de investigación”, cierra la primera parte. Este trabajo muestra los resultados de un primer acercamiento a la bibliografía sobre la historia de la arquitectura y el urbanismo de San Cristóbal. Su objetivo principal es ofrecer a los lectores una visión panorámica sobre la manera como ha sido tratado el tema por los autores, fijando la atención en sus aportes más relevantes. En primer lugar, se describen y analizan los libros escogidos y luego, se hace el balance del trabajo realizado por cada autor. Así, se examinan obras y autores diversos, en una primera parte: a) Crónicas (Tulio Chiossone y Anselmo Amado); b) Descripciones (Juvenal Anzola); c) Memorias (Nemecio Parada, Augusto Murillo Chacón y Josefina Tamayo de García); en segundo lugar: d) Ensayos (Rafael María Rosales, Aurelio Ferrero Tamayo y J. J. Villamizar Molina); e) Biografías (Luis Hernández Contreras) y f) Monografías (Lucas Guillermo Castillo Lara y Samir A. Sánchez E.). La intención del estudio fue reconocer la labor de este grupo de intelectuales, cuyas publicaciones han contribuido, de un modo u otro, al conocimiento de la evolución de la capital tachirense, particularmente del área central y tradicional,  a lo largo del tiempo.

En la segunda parte del libro se incluyen tres artículos que examinan obras modernas fundamentales durante los inicios de la expansión urbana de San Cristóbal. El primero de ellos es de la MSc. Arq. Glenda López, “La casa quinta en la periferia norte de San Cristóbal: urbanización Torbes 1940-1960”. La investigación evidenció que las quintas construidas en la urbanización Torbes en la década del 50 son hoy inéditas experiencias en la capital del Táchira, si bien el tipo quinta se empleó durante la primera mitad del siglo XX en las inmediaciones del centro tradicional. A lo largo del estudio se señala primero que, alejadas del casco tradicional de la ciudad, estas residencias iniciaron una tendencia que insertaba la vivienda en amplias parcelas aisladas rodeadas de jardines. Luego se indica que configuraron internamente una nueva forma de organización de la vivienda unifamiliar sin precedentes en la región del Táchira, aunque también reinterpretaron elementos arquitectónicamente tradicionales como el patio central, los corredores y el zaguán. Hoy las reconocemos como quintas neocoloniales y modernas. El trabajo establece asimismo que la calidad espacial de estas quintas tiene su explicación en la formación y capacidades de los ingenieros, arquitectos y maestros que las erigieron.

Los arquitectos Pedro García y Miguel Méndez escribieron el tercer artículo de esta parte “Un proyecto de arquitectura y urbanismo modernos en San Cristóbal. Unidad Vecinal La Concordia, 1954-1957”. El trabajo revisa a grandes rasgos las disposiciones del gobierno nacional en materia de planificación urbana y habitacional para la ciudad de San Cristóbal durante la década de 1950, fijando la atención en dos hitos esenciales: el Plano Regulador de San Cristóbal (1952) de la Comisión Nacional de Urbanismo y el conjunto de la Unidad Vecinal “La Concordia” (Primera etapa, 1954-1957) del Banco Obrero. En cuanto a la Unidad Vecinal “La Concordia”, tema central del estudio, se precisan los antecedentes históricos, se analiza la concepción de este modelo de vivienda, se traza el proceso de ejecución y se describen los principales aportes en lo urbanístico y arquitectónico.

Finalmente la Dra. Arq. Ana Elisa Fato contribuye con el trabajo denominado “Del Modelo de Hospital Rural Tipo Barraca” al semi-bloque. Modernización y sanidad en San Cristóbal, 1936-1956.” El estudio aborda la construcción de edificaciones para la atención de la salud. En ella estaba implícita la institucionalización de la práctica médica, la cual en conjunto con las gestiones públicas y privadas unieron esfuerzos para la proyección y construcción de las dos experiencias más importantes de la ciudad de San Cristóbal en el período examinado: el Sanatorio Antituberculoso (1944) y el Hospital General (1956). Ambas experiencias respondieron, en escalas diferentes, al proceso de modernización urbana y arquitectónica y a la reorganización administrativa de las diversas dependencias asistenciales. Con ellas se comenzó la tendencia hacia una estructura jerarquizada de las actividades de atención médica y salud pública. Estas edificaciones, articuladas con las políticas de salud del Estado, constituyeron ensayos arquitectónicos adecuados a los cambios que tenían como objetivo alcanzar rasgos de modernidad en la ciudad y por lo tanto de valor histórico que la hacen objetos de estudio en el artículo.

Son ocho historias de la arquitectura de San Cristóbal construidas por profesores historiadores de la arquitectura y por algunos de sus discípulos. Son estudios con los que no se pretendió agotar los temas significativos de la modernización arquitectónica de San Cristóbal, ni tampoco que los que fueron incluidos sean los únicos importantes. Son selectivos, cada uno se impone como otra realidad frente a la que hace objeto de su análisis. Efectivamente, conforman un resultado heterogéneo pero los une a todos, sin embargo, la aspiración a interpretar los testimonios del pasado histórico sin ejemplificar ni ilustrar el deber ser del arquitecto, esto es, nunca como totalitarismo intelectual, no intentan proponer su crítica como proyecto ni como verdad revelada. Si bien constituyen un conjunto fragmentario, los une la aspiración a proporcionar herramientas de análisis de la disciplina y de la realidad sectorial de la arquitectura y el urbanismo de San Cristóbal.



Disponible en el Fondo Editorial de la UNET. San Cristóbal, estado Táchira. Venezuela
Contacto: E-mail: fondoed@unet.edu.ve / Telefónico +58-276-3530422 Extensión: 404

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Hacer arquitectura es tener un acuerdo tácito con la historia. Es el resultado de una dura práctica en busca de lo esencial. La arquitectura es una cultura continua, cuyo conocimiento se ha ido transmitiendo en el curso de la historia, que, a su vez, la añeja y la enriquece, incorporándola. Es un acto profundamente culto, pues no se recrea lo que no se conoce. Por el contrario, es el conocimiento el que permite la escogencia y la selección. Y este es el gran momento de la creación.

Hacer arquitectura es recrear elementos que ya existen. No se inventan los patios, las atarjeas, los vanos ni las transparencias, el zaguán los patios ni las plazas. Es también la mirada que recorre con rigor y entusiasmo las pequeñas cosas de la vida, que sublima lo cotidiano, que resuelve bien, por ejemplo, una ventana porque a través de ella entra el paisaje, o que al diseñar un patio sabe que desde allí descubre el hombre las estrellas y le dan un límite al infinito.

(Rogelio Salmona. En: Ricardo L. Castro (1998). Rogelio Salmona. Bogotá, Villegas Editores, p. 49).

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