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martes, 16 de febrero de 2021

DEL ANÁLISIS DE AGÜERO A LA POLÉMICA DIVISIÓN DE LA PARROQUIA SAN PABLO

Dra. Arq. Ana Elisa Fato Osorio


Establecer las causas por la que el Gobernador Agüero, por iniciativa propia elaboró un Reglamento de elección de Alcaldes, acompañado de la representación de Caracas en un plano general de la ciudad con división de barrios, en 1775, es el principal objetivo del presente artículo.

La selección del objeto parece no estar relacionado con la arquitectura y el urbanismo en el período colonial, quizás se muestre conspicuo a los ojos del lector, sin embargo, la importancia de este plano para la historia de la arquitectura es fundamental en la comprensión de la organización administrativa, social, económica y urbana colonial de la Caracas del siglo XVIII.

La fuente primaria en esta investigación es el plano de la ciudad de Caracas identificado como “Plan de la Ciudad de Caracas, con división de su Barrios” de 1775; atribuido al Gobernador de Caracas José Carlos Agüero y el cual da cuenta de ser fiable, ya que el mismo ha sido autenticado por ser una fuente identificable del siglo XVIII en Caracas y el cual proporciona datos referentes a la división de la ciudad.

La fiabilidad de esta fuente se examinó a partir del análisis de los elementos que componen el plano, los cuales se muestran como códigos representativos del plan propuesto por el Gobernador para la ciudad. El análisis no contempló solo aspectos generales de la ciudad, sino que está implícita una aproximación a las intenciones del autor y de la sociedad colonial de Caracas en el establecimiento de normativas. Desde la interpretación de los elementos del plano, el título, los elementos gráficos: puentes, calles, manzanas hasta las consecuencias de la realización del plano en las Ordenanzas de Sanz en 1802.

El análisis se fundamenta en las incógnitas a develar con la elaboración de este plano por parte de Agüero; éstas se representan en las siguientes preguntas: ¿Cuál era la intención con este plano? ¿Cuál era el alcance desde el punto de vista administrativo de la división de la ciudad? ¿A quién estaba el plan y el Reglamento dirigido y qué quería trasmitir con su elaboración?

El discurso se organizó en cuatro partes, dos de ellas de manera descriptiva; la explicación a través de la descripción obedece a la autenticidad de la fuente principal: el plano. El mismo muestra un grupo de elementos que dan cuenta de su propio tiempo y lugar de origen y al ser descritos dan información interpretable al articularse con los procesos propios del siglo XVIII. Las dos partes restantes son representación del autor, es una construcción intelectual producto de la descripción y la articulación mencionada anteriormente.

a)           El plano de la ciudad de Caracas, con división de sus barrios

Las precarias condiciones económicas, sociales de la ciudad de Caracas durante los siglos XVI y XVII, la identificaban como un simple núcleo formado por la Plaza Mayor, la Iglesia, el Ayuntamiento y en los alrededores de éstos se ubicaban las familias más importantes de la provincia.

En la segunda mitad del siglo XVIII las actividades económicas desarrolladas en la ciudad y su entorno, lograron que en ésta se manifestaran una serie de transformaciones tanto en su estructura física como en un nuevo comportamiento de sus habitantes y gobernantes frente al dominio de la Corona Española, que indujeron a la solicitud de mecanismos de control y vigilancia sobre la población y, especialmente, sobre sus actividades económicas; por lo que puede entenderse la necesidad de administrar y representar a la ciudad ya no como un único núcleo controlado por la Corona, sino con varios núcleos diferenciales. El plano de Caracas de 1775 fue, en tal sentido, un instrumento fundamental durante la gestión del gobernador José Carlos Agüero.[1]

Al remontarse en la historiografía tratadista de Alberti, podemos encontrar antecedentes de la división de la ciudad en barrios, como una forma de racionalización del tejido urbano: dividió a Florencia en doce barrios, manteniendo una visión de núcleos con importancia particular, ya la ciudad no era vista como un solo núcleo de operación, se reconocieron los puntos de importancia de cada sector o parte de la ciudad.

Si se compara con el plano realizado en 1772, por Juan Vicente Bolívar se puede suponer que la representación de la ciudad se realizó mediante disposiciones distintas; donde el plano en estudio, posiblemente, fue realizado con la finalidad de diferenciar cada uno de los barrios de Caracas en colores e identificar los edificios de carácter religioso más importantes de cada uno de los barrios, además de definir los llenos y vacíos de las manzanas, sin precisar escala gráfica ni ubicación del norte, mientras que el de Bolívar, representó la conformación urbana de la ciudad con mayor exactitud como su nombre los indica Exato Mapa de la Ciudad de Caracas: delineado de las calles de forma más precisa, referencias gráficas más específicas de la distribución de los edificios en las manzanas, el plano de Bolívar parece tener una carácter más técnico que administrativo de mostrar con la mayor fidelidad la conformación de la ciudad para esa fecha; en estas dos representaciones de la ciudad de Caracas sucedidas en la misma década, no existe una continuidad en la representación sino una suerte de representar la ciudad de acuerdo a una posición operativa de sus autores.

La información suministrada en el plano puede dar conocimiento de las condiciones urbanas de la ciudad de Caracas a mediados del siglo XVIII; probablemente este plano acompañó la solicitud de José Carlos Agüero, de 1775, sobre el Reglamento de Alcaldes de Barrios que, finalmente, fue aprobado en 1778 y puesto en práctica por el Brigadier Luis de Unzaga y Amezaga, bajo las disposiciones finales impuestas por el Ayuntamiento y aprobadas por el Rey. 

Agüero fue gobernador y Capitán General de la provincia de Venezuela entre 1772 y 1777, tuvo gran injerencia en la construcción de murallas y fortificaciones militares de Puerto Cabello y durante su mandato como gobernador de la ciudad de Caracas se caracterizó... “por su equidad, imparcialidad e integridad. Se mantuvo al margen de los ofrecimientos de la Compañía Guipuzcoana (...) llegó a ser llamado por su monarca “Fénix de los gobernadores”.[2]  Esto posiblemente puede explicar por qué, finalmente, fue aprobado el reglamento propuesto por Agüero.


Exato mapa de la ciudad de Caracas. Juan Vicente Bolívar. 1772. Fuente: DE SOLA, Irma. Contribución al estudio de Caracas: 1567-1967, p. 43

 

b)           El significado del título y su descripción

El plano fue identificado como el Plan de la Ciudad de Caracas, con división de Barrios, sobre este título se encuentra un recuadro que contiene tres escudos unidos por una cinta donde se lee JUSTICIA - CIUDAD DE CARACAS-VIGILANCIA, cada escudo tiene una representación alegórica que hace referencia a la frase que le antecede: JUSTICIA, una balanza atravesada con una espada; CIUDAD DE CARACAS, la imagen de un león sosteniendo la cruz de Santiago, cuyo escudo representa una corona de oro; VIGILANCIA; un ave con una de sus patas levantadas, en el mismo recuadro se presenta la leyenda que detalla a cada una de las edificaciones religiosas de importancia que se indican en el plano.

Al considerar que el plano y el Reglamento lo realizó Agüero, en 1775, por iniciativa propia para ser aprobado o no por la Corona, posiblemente lo enmarcó con símbolos característicos de la realeza. La cinta como símbolo de dominio y necesidad de protección sobre la ciudad, identificadas con JUSTICIA Y VIGILANCIA. El centro de la cinta con el texto CIUDAD DE CARACAS que entrelaza un gran escudo ornamentado rematado con una corona, con la que seguramente, Agüero pretendió representar a la autoridad española sobre la ciudad de Caracas con el fin de lograr la aceptación de la propuesta por parte del Rey.

A continuación se muestra el plano delimitado por un marco del mismo ancho del recuadro anterior, en él se cuentan quince calles en sentido este-oeste y quince calles en sentido norte-sur. El plano se encuentra dividido por zonas diferenciadas en colores no identificados en el mismo, pero que permiten reconocer cinco barrios: uno central de color verde y cuatro perimetrales a ésta de colores anaranjado, azul, amarillo y sepia.

La zona central, se encuentra conformada por treinta manzanas y es la que alberga el mayor número de edificaciones identificadas en el plano: la Iglesia Catedral, los Conventos de Santo Domingo, de San Francisco, de las Religiosas de la Concepción y de las Religiosas Carmelitas y de la Parroquia Altagracia.

Las zonas han sido identificadas por el Gobernador de Caracas, José Carlos de Agüero de la siguiente manera hacia el noreste como barrio Candelaria, formada por setenta parcelas, en este barrio se encuentra la Parroquia la Candelaria y el Templo la Trinidad; hacia noroeste como barrio Altagracia integrado por cuarenta y siete parcelas y donde se encuentran el convento de la Merced y el templo de la Pastora; hacia el sur oeste el barrio San Pablo con cuarenta y dos parcelas e integrado únicamente por la parroquia San Pablo y hacia el sureste el barrio Santa Rosalia con sesenta y cuatro parcelas, donde se encuentra el Templo de Santa Rosalia, la Casa de San Felipe de Neri y el Hospital de San Lázaro.

Los límites entre cada uno de los barrios con la zona central están definidos básicamente por la disposición de los cauces naturales de las quebradas y en sus extensiones en los límites norte y oeste por la barrera montañosa del Ávila y en el sentido norte, sur y este por una franja natural donde posiblemente ya estaba propuesta la extensión de la ciudad y que se representan con la continuidad de tres de las calles que conforman los barrios en estos sentidos.

En cada uno de los barrios se diluye la ocupación de la manzana mientras se acerca a las barreras naturales: las montañas del Ávila, el río Guaire, es decir que la ocupación de las manzanas es más densa en el centro de la ciudad que en las periferias de las mismas.

Si bien la ciudad estaba siendo diferenciada por barrios estos debían resolver como comunicarse entre ellos sin necesidad de utilizar exclusivamente las calles; es en este plano donde la construcción de puentes para el paso de las quebradas, es representado de la siguiente manera: se cuentan seis puentes ubicados en el mismo sentido de las calles que atraviesan las quebradas, en el barrio la Candelaria se ubican tres puentes cruzando la quebrada Catuche, el barrio Altagracia se encuentra un puente atravesando la quebrada Leandro, en el barrio San Pablo un puente atravesando la quebrada Caroata y en la zona central un puente que atraviesa una vertiente del río Guaire.

Si algunas autoridades y sectores sociales consideraban como “arrabales” los barrios que ocupan zonas fuera de los límites de las quebradas, con el nuevo Reglamento son tomados en cuenta de la misma manera que los ubicados dentro de los limites de las quebradas, lo que indica que la representación de los puentes son una manifestación de continuidad en distintas partes en que se extiende la ciudad.


Plan de la ciudad de Caracas, con división de sus barrios. 1775. Fuente: DE SOLA, Irma. Contribución al estudio de Caracas: 1567-1967, p. 99

                                        c)           Caracas a mediados del siglo XVIII




En el planteamiento del Gobernador Agüero en el contexto de Caracas del siglo XVII, pueden encontrarse motivaciones políticas, económicas y sociales que permiten explicar la construcción del plano de Caracas como instrumento administrativo en el año 1775.

      La propuesta de Agüero, en un principio, fue objeto de discusiones por parte de la comisión del Ayuntamiento, según el Reglamento que acompañó al plano del Gobernador Agüero la elección de alcaldes quedaba a cargo del Gobernador, pero el Reglamento aprobado en 1777, había sido aprobado con la modificación en cuanto a la elección de los Alcaldes, la cual debía realizarse por votación popular de los vecinos de cada barrio.

La posición, posiblemente fue discutida por el Ayuntamiento como reacción a lo que implicó la pérdida del poder político y económico sobre la sociedad colonial, no era aceptado delegar toda la responsabilidad de asignar autoridades importantes en la ciudad a una sola persona, el Gobernador:

“El pensamiento del Gobernador de Caracas es laudable y por común no ofrece reparo pero (...) deben intervenir los respectivos Ayuntamientos, tratándose con ellos, y sus capitulares la materia, para la mejor instrucción y que no queden perjudicados en sus económicas facultades”...[3]

 

Una vez elegidos los representantes de cada barrio por elección popular por ley, se le debió entregar una copia de la ordenanza acompañada del plano, en donde se señalaba en forma clara las calles, las manzanas diferenciadas entre barrios de manera tal que cada alcalde identificara la zona a vigilar. Posiblemente el plano realizado por Agüero fue el entregado a cada uno de los alcaldes luego de ser elegidos.

Caracas se consolidó como el principal centro de comercialización de la producción del cacao, además de incrementarse nuevas actividades productivas con la incorporación al sistema económico colonial de la Compañía Guipuzcoana, con la cual el Cabildo caraqueño se vio dominado por la Corona; el Cabildo estuvo obligado a asumir una posición de defensa frente a la producción en la provincia de cacao la cual era considerada capaz de abastecer el mercado de Nueva España.

Este conflicto que estalla en 1773, produce una reacción en la oligarquía caraqueña que puede explicar la necesidad de dividir la ciudad en barrios para ser controlada, ya no por la Corona, sino por representantes de los mismos barrios.[4] Como se mencionó anteriormente el gobernador Agüero nunca estuvo de acuerdo con los lineamientos impuestos por la Corona a través de la Compañía Guipuzcoana.

La especialización de las actividades productivas, comenzó a manifestarse por la competencia de las familias, sus medios de producción y poder adquisitivo. La ciudad era percibida no sólo como espacio de dominio religioso, sino que paralelamente a esta visión se incorporó la de tipo comercial y de intercambio económico. La economía comenzó a gestarse sobre la base del valor de los productos; la población ya no utilizaba el dinero como un medio abstracto de intercambio comercial, éste tenía un valor específico. El componente privado de la ciudad: la manzana participó en el escenario mercantil, la compra, venta e hipoteca de inmuebles son los primeros indicios de comercialización al mismo tiempo que implicó la jerarquización y diferenciación de la ciudad en partes o los denominados barrios.

Con la división de la ciudad en barrios se facilitaba el control de la producción y comercialización de los productos en cada uno de los barrios, si inicialmente el cabildo se ubicó en las cercanías de la Plaza Mayor como vigilante del intercambio comercial, el crecimiento de la ciudad no facilitaba el control de todos los puntos de ventas ya establecidos en las principales plazas de la ciudad, por lo que la custodia por Alcalde en cada barrio agilizaba las funciones de vigilancia del Cabildo.

Caracas vio incrementar su población considerablemente entre 1771 y 1778, ya habría traspasado la barrera geográfica que en los primeros años de su fundación limitaba su crecimiento. Ya no era la ciudad que desde su centro se podían controlar todas sus calles, el crecimiento era acompañado de la llegada de vicios y “perjudiciales males” que al igual que los conflictos económicos ameritaron la división de la ciudad en barrios para su vigilancia, por lo que las autoridades del gobierno, ante el crecimiento de la ciudad, solicitó la aprobación de mecanismos de control y vigilancia sobre la provincia de Caracas.

Por las características del plano, el significado de la labor emprendida por el Gobernador Agüero sobre la propuesta de elegir Alcalde para cada uno de los barrios en los que dividió la ciudad, no puede entenderse sólo en el sentido político; socialmente la ciudad se estaba convirtiendo en refugio de esclavos, fugitivos y vagabundos, sino que debió ser confrontado con un nuevo comportamiento de la sociedad colonial en la segunda mitad del siglo XVIII, cuando la población indagó sobre su identidad frente a los sometimientos de la Corona y decidió diferenciarse en el urbanismo en formación.

d)           La parroquia San Pablo, el reglamento de Agüero y las ordenanzas de Sanz

Antes de realizarse la propuesta de división de barrios por parte del Gobernador Agüero, el identificado barrio Santa Rosalía formaba parte de la parroquia San Pablo la cual estaba a cargo de un único rector, quien se opuso a la propuesta del Gobernador, probablemente por la disminución de sus rentas por concepto de Obras Pías, de Capellanías o de cofradías; al desmembrarse como parroquia disminuían sus ingresos por oficios religiosos, a menos de la mitad de los percibidos hasta el momento, ya que en la división de la parroquia había sido disminuida a menos de la mitad de su extensión.

Si la división no fue realizada aritméticamente igual, de tal manera que quedase en cada barrio igual número de habitantes, la parroquia San Pablo debió albergar mayor número de vecinos, ya que su extensión es relativamente más pequeña que los restantes barrios que bordean la zona central de la ciudad.[5]

La mayor parte de la ocupación de la parroquia San Pablo se ubicó fuera de los límites de la quebrada Caroata; en esta parroquia se encontraba una de las tres plazas públicas de mayor importancia económica que integraban la ciudad de Caracas: de forma cuadrada con una fuente que fue trasladada desde las plaza mayor en el año 1736, sin embargo al momento de proponerse la división de la ciudad en barrios, esta parroquia fue motivo de conflictos religiosos, económicos y sociales; por lo que el gobernador Agüero autorizó la erección de la parroquia al mismo tiempo que ordenó la ejecución de un plano de la misma para definir sus límites.[6]

Las edificaciones con que contaba la parroquia San Pablo para el servicio de sus habitantes en el siglo XVII era un templo y junto a este el hospital de San Pablo; el hospicio de mujeres de Nuestra Señora de la Caridad se ubicó en la hacienda de doña María de Narvaez quien a manera de obras pías otorgó parte de sus terrenos.

Durante el siglo XVIII en la parroquia San Pablo no se representó ninguna edificación pública de importancia, como las mencionadas anteriormente, probablemente, este barrio se habría convertido en la parroquia de dueños de considerables extensiones de tierras de producción de café y cacao.

La iglesia de San Pablo se erigió como parroquia el 25 de agosto de 1750 y una de sus fachadas coincidía con el frente de la plaza. La plaza se había convertido a mediados del siglo XVIII en un importante punto comercial a pesar de las condiciones precarias en que se encuentra su estructura física: “no están embaldosada, ni allanada”, donde se comercializaba con los productos producidos en las haciendas ubicadas en la misma parroquia, en puestos de venta similares a los propuestos en 1772 en la plaza mayor.

Posteriormente a la ya aprobada solicitud del Gobernador Agüero, en 1802 Miguel José Sanz redacta las Ordenanzas Municipales mientras se encarga de la Real Audiencia, estas Ordenanzas divide la ciudad en cuatro barrios o cuarteles y los identifica con los nombres de magistrados de la Audiencia: Vasconcelos, Quintana, Cortines y Asteiguieta.

Si bien, la primera intención de dividir la ciudad en barrios para el control y vigilancia de las mismas fue desprenderse el dominio español, manteniendo seguramente similares instrucciones del Obispo Diez Madroñero en cuanto a la nomenclatura de sus parroquias, la nomenclatura otorgada en las ordenanzas de Sanz parece dar reconocimiento a la Real audiencia. Es posible que el Plan de la Ciudad de Caracas, con división de sus Barrios, fuera el punto de partida para la ejecución de las ordenanzas realizadas por Sanz desde 1800.

Sanz condenaba a la población que ocupa los terrenos que sobrepasaban los limites de las quebradas de Catuche y Caroata, denominados por él como arrabales, si observamos la ubicación del barrio San Pablo la mayor parte de sus manzanas se encuentran por fuera de los limites aceptados por Sanz.



[1] El plano de Agüero se le atribuyen distintas fecha de elaboración en las diferentes bibliografías donde aparece, sin embargo puede de ser considerada como fecha de ejecución el año de 1775, como lo indica DE SOLA, Irma. Contribución al estudio de Caracas: 1567-1967.

[2] Diccionario de Historia de Venezuela. Voz: Agüero, José Carlos. tomo I, p. 78

[3] DE SOLA, Irma. Contribución al estudio..., p. 44.

[4] “Motibos (sic) para la erección de estos Alcaldes. (...) sus barrios se hallen considerablemente distantes del centro de la Ciudad, en donde residen los Jueces que administran justicia, cuio (sic) celo no es bastante para velar como corresponde sobre la observancia de el orden civil, y económico, que haze la tranquilidad publica, y pacifica sociedad mutua de los vecinos”... De SOLA, Irma. Contribución al estudio..., p. 48 

[5] La parroquia San Pablo contaba en el año 1775 con 5.993 vecinos y hacia el año de 1778 había aumentado su población en 6.300 habitantes. Tomado de: NÚÑEZ, Enrique Bernardo. La ciudad de los techos rojos, pp. 80-81. 

[6] “El primer alarife de carpintería, Santiago de Roxas, levanta el plano de la extensa parroquia de San Pablo. El costo de este plano fue de veintiséis pesos, dos reales. Casi tres leguas abarcaba de este a oeste y una legua de norte a sur.”... Idem. 

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Hacer arquitectura es tener un acuerdo tácito con la historia. Es el resultado de una dura práctica en busca de lo esencial. La arquitectura es una cultura continua, cuyo conocimiento se ha ido transmitiendo en el curso de la historia, que, a su vez, la añeja y la enriquece, incorporándola. Es un acto profundamente culto, pues no se recrea lo que no se conoce. Por el contrario, es el conocimiento el que permite la escogencia y la selección. Y este es el gran momento de la creación.

Hacer arquitectura es recrear elementos que ya existen. No se inventan los patios, las atarjeas, los vanos ni las transparencias, el zaguán los patios ni las plazas. Es también la mirada que recorre con rigor y entusiasmo las pequeñas cosas de la vida, que sublima lo cotidiano, que resuelve bien, por ejemplo, una ventana porque a través de ella entra el paisaje, o que al diseñar un patio sabe que desde allí descubre el hombre las estrellas y le dan un límite al infinito.

(Rogelio Salmona. En: Ricardo L. Castro (1998). Rogelio Salmona. Bogotá, Villegas Editores, p. 49).

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